Estimados Amigos Visitantes
El día de hoy conmemoramos el natalicio
de Doña Margarita Maza de Juárez, esposa y fiel compañera del Benemérito de la Américas,
Don Benito Pablo Juárez García, mujer de gran entereza y voluntad
inquebrantable, que sin duda alguna supo y logró estar a la altura de los más
altos requerimientos que la Patria, su esposo y su familia le exigieron.
A continuación compartimos con Uds. un excelente
artículo publicado en la página del INEHRM, que da buena cuenta de su azarosa
vida.
MARGARITA MAZA: COMPAÑERA DE MIL
BATALLAS
Investigadora del INEHRM
El 2 de enero de 1871 murió Margarita
Maza Parada, esposa de Benito Juárez. En vida, se ganó el respeto y la
admiración de diversos sectores de la sociedad, no sólo por ser la esposa del
presidente, sino por mérito propio, porque apoyó fervientemente la causa
republicana en un México dividido entre liberales y conservadores, que además
vivía violentado por las potencias extranjeras que veían al país como un jugoso
botín.
Más que una esposa abnegada y sumisa,
como suele creerse que eran todas las mujeres de antaño, Margarita fue una
mujer valiente, trabajadora, inteligente y solidaria con un proyecto de país.
Nada la define mejor que la expresión coloquial “detrás de un gran hombre
siempre hay una gran mujer”.
La vida de Juárez se ha narrado con
detalle de una y mil maneras, pero es igualmente importante destacar la de la
mujer que fue su esposa durante 28 años, la que lo apoyó en lo momentos
cruciales de su carrera, tanto anímica como económicamente, además de que fue
ella quien, sola, se hizo cargo del sustento y de la educación de los hijos
durante largas temporadas. De Margarita se han escrito páginas casi gloriosas,
muchas barnizadas de mitos que nos hacen concebirla como una sombra del líder
liberal a cuyo amparo se resguardaba, pero la realidad es que la joven mujer,
luchadora incansable, se vio envuelta en el torbellino de la política, en las
mil batallas que libró su marido y en las que enfrentó ella misma en la defensa
de su familia.
Margarita Eustaquia nació el 28 de marzo
de 1826 en la ciudad de Oaxaca; sus padres fueron el matrimonio que formaban
Antonio Maza, próspero agricultor genovés que se dedicaba al cultivo de la
grana, y la señora Petra Parada Sigüenza. En Oaxaca Margarita vivió su
infancia, la juventud y, luego, de manera intermitente, su vida al lado de Benito
Juárez. Como se acostumbraba en aquella época, de niña recibió educación en su
casa. Ahí maestros particulares y sus
propios padres le enseñaron a leer, a escribir, a hacer cuentas y, en fin, a
desenvolverse como una mujer educada, además de que, sin duda, desde pequeña
absorbió las ideas liberales con las que su padre congeniaba.
En la casa de la familia Maza, en la
capital oaxaqueña, trabajaba como empleada doméstica Josefa Juárez, hermana
mayor de Benito, a quien éste recurrió cuando llegó de San Pablo Guelatao, a la
edad de 12 años. Aunque él vivió y trabajó en esa casa tan sólo unas semanas,
evidentemente su relación con la familia Maza fue siempre cercana por la
presencia de su hermana, de manera que el joven Benito vio nacer y crecer a
Margarita, al tiempo que él iba formándose como un estudioso del derecho y
comenzaba a cortejarla, con la aprobación de los padres y del confesor de la
joven. Durante la época del noviazgo Benito ya era abogado y se había
desempeñado profesionalmente en diversos cargos: en un despacho ejerciendo su
profesión, como profesor de física en el Instituto de Ciencias y Artes de
Oaxaca, del que más tarde fue secretario; había incursionado en la política
desde 1831, cuando ocupó la regencia del Ayuntamiento de Oaxaca; luego obtuvo
una diputación local, después fue magistrado del Tribunal Superior de Justicia
y más tarde, en 1841, juez de lo civil. En el aspecto personal, ya había vivido
en concubinato con una mujer de nombre Juana Rosa Chagoya, quien murió pronto,
pero dejó dos hijos: Tereso y Susana.
El 31 de julio de 1843, Benito Juárez,
de 37 años, y Margarita Maza, de 17, se casaron en la iglesia de San Felipe
Neri, en Oaxaca. Desde entonces, la vida de ella se transformó radicalmente,
pues de la tranquilidad y estabilidad económica que vivía en la casa de sus
padres pasó a vivir en un ambiente también amoroso, pero caracterizado por los
altibajos de la política, ámbito en el que se desenvolvía su marido. Y es que,
apenas casados, la carrera de Juárez tomó impulso y fue desempeñando varios
cargos públicos de importancia.
Al año siguiente del matrimonio, la
familia Juárez Maza comenzó a crecer y fue pródiga en hijos en el periodo
comprendido entre los años 1844 y 1864, sumando un total de 9 mujeres y 3
varones: Manuela, Felícitas, Margarita, Guadalupe, Soledad, Amada, Benito, las
gemelas María de Jesús y María Josefa, José María, Jerónima Francisca y
Antonio. En un mundo donde el nivel de mortandad infantil era alto, la pareja
sufrió la temprana muerte de algunos de sus descendientes: la primera fue
Guadalupe, quien falleció en 1850, luego Amada en 1854, más tarde Jerónima
Francisca en 1864, Antonio en 1863 y José María en 1864.
Como es evidente, la vida de la esposa
de Juárez no fue cómoda, no fue la de una madre abnegada que se hubiera podido
dedicar a cuidar a sus hijos en la tranquilidad del hogar, no. Margarita vivió
constantemente la ausencia de su marido, quien se veía forzado a dejar a la
familia, ya fuera para moverse dentro del territorio nacional, defendiéndose de
los enemigos santanistas, de los conservadores, de los imperialistas, o por
causa del destierro que lo llevó a Cuba y a Nueva Orleáns. Cuatro fueron las
separaciones de la pareja: la primera de 1853 a 1856, cuando Juárez fue
desterrado por orden del presidente Santa Anna; la segunda, cuando Juárez era
gobernador de su estado y fue llamado por el presidente Ignacio Comonfort para
ocupar el Ministerio de Gobernación, de 1857 a 1858; y la tercera entre los
años 1864 a 1867, cuando Juárez, en su calidad de presidente de la República,
hizo frente a la invasión francesa y Margarita, junto con sus hijos, fue a
radicar temporalmente a Nueva York entre los años 1865 y 1866.
Ante la distancia, el único recurso para
sentirse cerca eran las cartas que se enviaban constantemente; en ellas se
percibe el amor que se prodigaban mutuamente, pero también las dificultades que
pasaba Margarita ante la enfermedad y muerte de algunos de sus hijos, así como
la tristeza y desesperación que la lejanía provocaba en ambos. En carta fechada
en Nueva York, el 10 de noviembre de 1865, agobiada por la muerte de dos de sus
hijos varones, Margarita le escribió a su esposo: “yo estoy sin ninguna
enfermedad, pero la tristeza que tengo es tan grande que me hace sufrir mucho;
la falta de mis hijos me mata, desde que me levanto los tengo presentes
recordando sus sufrimientos y culpándome siempre y creyendo que yo tengo la
culpa que se hayan muerto… no encuentro remedio y sólo me tranquiliza, por
algunos momentos, que me he de morir y prefiero mil veces la muerte a la vida
que tengo; me es insoportable sin ti y sin mis hijos”.
Margarita sufrió pobrezas que trató de
mitigar tejiendo ropa para niños o abriendo una pequeña tienda que le redituaba
pocas ganancias, mismas que ella hacía rendir para poder enviarle algún dinero
a su marido cuando se encontraba en situación angustiosa fuera del país.
También, por ser esposa de quien era,
Margarita padeció persecuciones, especialmente la del militar español de
tendencia conservadora José María Cobos quien, en 1854, durante el último
gobierno de Antonio López de Santa Anna se empeñó en ir tras la familia de
Juárez, obligando a la joven madre a salir huyendo con las pocas cosas que
tenía, llevando a sus pequeños hijos a pie en largas caminatas, cruzando
crecidos río en embarcaciones improvisadas, acompañada si acaso por algún
sirviente. Cuatro años más tarde volvió a sufrir el acoso de Cobos y de José
María Moreno, otro militar conservador, quienes ordenaron capturarla y enviarla
a prisión, lo que la llevó de nuevo a movilizarse con sus hijos, encontrando
refugio con algunos amigos de su marido.
Congruente con sus ideas y con las de su
marido, Margarita Maza fue obediente al dictado de la ley que rompía con la
tradición de siglos de inhumar cadáveres en los cementerios de los templos; de
manera que en 1850, cuando murió su hija Guadalupe, de dos años de edad,
sepultaron a la niña en el cementerio de San Miguel, a las afueras de la
ciudad, dando con ello el ejemplo a los ciudadanos de los cambios que se debían
implementar, pese a que la familia del gobernador, cargo que ocupaba Juárez
entonces, estaba exenta de esa ley. De la misma manera, en 1860 acató las
nuevas disposiciones y registró, en la ciudad de Veracruz, el nacimiento de su
hija Jerónima Francisca, inaugurando así el recién creado Registro Civil.
Margarita Maza fue sin duda una
colaboradora leal al proyecto liberal y republicano liderado por Benito Juárez,
fue una camarada que sacrificó su tranquilidad en aras del ideal que perseguían
su marido y la pléyade de personajes que formaron la inigualable generación de
la Reforma, como se lo expresaba a Juárez en carta de diciembre de 1866 “Lo que
es yo, no tengo esperanzas de volverte a ver hasta que triunfemos y esto, según
las noticias, parece que no pasará de otro año y esto me tiene muy contenta,
como debes considerar.”
Al triunfo de la República, en 1867, la
familia Juárez Maza se estableció en la Ciudad de México, en el ala norte de
Palacio Nacional, espacio que se acondicionó como vivienda para el presidente
de la República y su familia. Con la salud mermada, la esposa del primer
mandatario se mantenía activa en apoyo de las causas liberales, asistiendo, por
ejemplo, al mitin con que se celebró en México el primer aniversario de la
declaración de independencia del pueblo cubano, pero durante 1870 su estado
físico se deterioró, y en los últimos días de diciembre la prensa comunicaba
que “la apreciable esposa del señor Juárez se halla gravemente enferma de un
mal del estómago que pone en riesgo su existencia”, pero ya no hubo
recuperación, la tarde del lunes 2 de enero de 1871, a la edad de 45 años,
murió Margarita Maza de Juárez.
El 3 de enero, día del sepelio, cuando
el cortejo fúnebre se dirigía al panteón de San Fernando, de forma espontánea
se sumaron unos 300 coches tirados por caballos y más de 2 mil personas que se
agolparon en la puerta del cementerio. En un sentido acto, en medio del dolor
que embargaba a la familia entera y al presidente Juárez en particular,
Guillermo Prieto y Joaquín Villalobos pronunciaron oraciones fúnebres haciendo
alusión a las virtudes y al espíritu
progresista de Margarita Maza.
Poco antes de llegar al centenario de su
muerte, el 18 de diciembre de 1966, el Senado de la República aprobó la
iniciativa del Presidente Gustavo Díaz Ordaz de inscribir el nombre de Doña
Margarita en letras de oro en la Cámara de diputados; desde entonces está
presente en ese recinto, entre los más destacados personajes de nuestra
historia.
Fin del artículo.
LOS JUÁREZ PIERDEN A MARGARITA
Fragmento de la Biografía de Benito Juárez
Al principio de este período Juárez
solía trabajar hasta pasada la media noche, sin embargo por el año 1870 cambió
su hora de salida a las 18.00 para pasar el resto del día con su esposa y su
familia. Margarita desde un tiempo atrás había empezado a tener manifestaciones
de una enfermedad que los médicos pensaban era probablemente grave.
Margarita y Juárez caminaban por el
Paseo de Bucareli junto con sus hijas e hijo. En ese tiempo Bucareli remataba
en la actual Arcos de Belén, era un centro de reunión social donde paseaban
gente de todas las clases sociales. Los ciudadanos podían acceder al presidente
directamente.
Los Juárez tenían una casa en los
límites de la ciudad, junto al Templo de San Cosme, número 4 de la Calle Puente
Levadizo.
Juárez tenía cinco hijas: Manuela
(apodada Nela por la familia) casada con Pedro Santacilia; Felicitas; María de
Jesús casada con Pedro Contreras, de origen español; Margarita; Soledad y
Josefa. Además el más pequeño de sus hijos era Benito de unos 13 años. Susana,
la primera hija de Juárez cuya madre era la primera pareja de Benito, había
sido adoptada por Margarita y era parte integral de la familia Juárez Maza,
nunca se casó.
En agosto de 1869 los médicos le dijeron
a Juárez que la enfermedad de Margarita era progresiva y mortal. Al parecer era
cáncer. Juárez salía temprano de su oficina pero llegaba alrededor de las 6:30
de la mañana.
El 2 de enero de 1871, Margarita recibió
los Santos Oleos del cura del templo de San Cosme. Toda la familia se reunió
ese día incluyendo a Susana. Juárez estuvo allí desde las 10.30. A las 15.00,
Margarita le pidió a Juárez velar por Susana e hijas solteras. Juárez lloró.
Juárez le dijo que se pondría bien. Margarita le pidió a Juárez cumplir con el
deseo de sus hijas de casarse por la iglesia. A las 16:00 horas, Margarita murió con
una sonrisa. Juárez gritó de dolor.
Juárez no quiso enviar esquelas; pidió a
sus amigos que no lo hicieran y que manejaran el fallecimiento con discreción.
Pero Sebastián Lerdo dijo que no se
podía hacer aquello porque era una mujer muy querida y los periódicos
publicaron la noticia. El país entró en luto. Moños negros en muchas
edificaciones, suspensión de obras teatrales y otras manifestaciones. Cientos
de personas se dieron cita para acompañar el cuerpo rumbo al sepelio en el
cementerio de San Fernando, cientos de coches y cientos de personas a pie.
Juárez instruyó para que no se le
acercaran políticos, exclusivamente amigos y familiares cercanos. Venían
tiempos electorales y Juárez no deseaba que mezclasen tal acontecimiento con la
política.
Guillermo Prieto dijo en el sepelio:
"Es acaso posible que mueran las personas a quienes más amamos, pues que
es posible que sólo quede vibrante mi voz para caer como sombra de la muerte,
como es posible para mi señora objeto de mi devoción por años y años,
contemplar su muerte... como es posible señalar... joya blanca azucena de su
hogar modesto, mujer acariciada con los brazos de oro de la virtud y la
fortuna". Juárez palideció al momento de que el féretro descendía. Por
semanas se habló mucho de esa ceremonia fúnebre. Juárez no fue a trabajar por
una semana. Se habló del amor de Juárez por Margarita como un ejemplo a seguir.
Fin del Artículo.
Reciban un cordial saludo.
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